Perdidos en el cosmos, navegamos entre palabras que nos abrazan, nos atraviesan. Nos besan, nos seducen. Las palabras nos atan, nos desenvuelven. Lentamente nos descubrimos ante Febo, que nos quema y nos obliga a refugiarnos en las sombras que borran todo. En silencio dejamos que nuestra piel nos guíe, nos encontramos sumergidos en la inmensidad. Perplejos observamos la penumbra que nos envuelve, la luz que no nos toca. No más. No otra vez. Corremos, transpirando, resbalándonos, asiéndonos de nuestra piel hasta estar seguros otra vez, tratando de creer que éste es el refugio. Cerramos los ojos y nos introducimos en el suave letargo de los sentidos… saboreamos el murmullo que nos acuna, iluminándonos de sabiduría infinita. Respirando lentamente comprendemos el estado real del abismo que nos llena. Nos lleva. Dejamos nuestro ser y empezamos a ser. Por primera vez nos vemos. Las lágrimas nos dejan. Sabemos que otras vendrán y sonreímos inocentemente ante la vacuidad que nos rodea.
Antonella D'Alessio
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