miércoles, 30 de septiembre de 2009

Despechada

Estoy en el subte y entre tanta gente,
Me paro erguida,
Quiero seducir y ser seducida,
Pero nadie me mira.

Será que tengo mucha ropa,
O el escote no tiene onda,
Estoy gorda, sí estoy gorda.

Los hombres tan banales, tan básicos,
Con la película porno en la frente,
No reconocen cuando una mujer está frente.
El del complejo del tamaño,
Alega: “no importa la varita sino el mago”,
Que iluso, yo no quiero varita, quiero varota,
Y el mago que tome más sopa.

Vuelvo del trabajo, cansada,
Hoy quiero sentirme amada.
Me pongo a cocinar, miro Alessandra,
Aconseja darle un masaje en la espalda,
Disfrazarme y ser la más gata,

Claro, como si me hiciera sentir grata,
Tanta preparación y velas decoradas,

Pero él tuvo un mal día,
Y no le importa que le diga,
Hice tu comida preferida,
Quiero que sea la noche de mi vida,
Come y ni me mira.

Fuimos a la cama, me quise hacer notar,
Pero me dijo: “no hay tiempo para jugar”,
Me pone las piernas en los hombros,
Y me empieza a dar.

Me hizo sentir de todo, menos mujer,
Porque será que la vida es tan cruel,
En ese momento me puse a llorar,
Porque lamentablemente mañana será igual.

Juan Pablo Blanco

Por eso escribo

Te despiertas durante la salvaje mañana,
Que convierte a la diva en normal,
Pero cual Diosa, no te importa estar al natural.

Con tus labios secos,
Por los besos que no dejaste atrás,
Con tu despeinado sensual,
Signo de batalla campal.

Tu risa cómplice,
Al escribir un poema en tu piel,
Que el espejo no tiene,
Efecto en semejante mujer.

Por eso escribo, para no olvidarme,
De aquel día, de tu mirada y tu voz.
Por eso escribo, para recordarte,
Que yo no soy un príncipe,
Ni siquiera soy azul,
Pero cuando quieras me disfrazo de Robin Hood.

Por eso escribo, para que sepas,
Todo lo que siento,
Simplemente por eso, escribí esto.

Juan Pablo Blanco

Una historia de nunca acabar

Acostada en la cama, veo que al techo se lo come la humedad. Él a mi lado, se justifica, “es la primera vez, no sé qué me pasa”. Armándome de santa paciencia, bajo hasta su entrepierna y comienzo a cumplir su pedido, “dale, chupála un poquito”. Para colmo, el sucio no se baña, la baranda por poco me produce arcadas. De pronto, el muerto comienza a resucitar, y totalmente animado echóse a andar. Entonces él, cual bestia poseída, se levanta, aparta mi cara, me toma por la cintura y comienza la embestida. El acto desenfrenado aparentemente comienza a excitarme, gimo, casi que grito y le pido más. Pero entonces... dura lo que dura dura.

Acostada en mi cama, siento la noche pasar, el sol se cuela por la persiana, y al techo se lo come la humedad. Él a mi lado se justifica, “no sé que me pasa”. Ay, dios, una más y son cuarenta. Encima el desgraciado pagó como diez turnos para estar conmigo.

Juan Ignacio Domínguez.

21/09/09

Movilización por el atropello a un perro vagabundo

Conmoción por el caso de Faraón, atropellado la semana pasada en un barrio marginal de la city porteña.

Ayer, las c-lles del centro de la ciudad se vieron interrumpidas por una curiosa manifestación. Un grupo de perros callejeros reclamaba con pancartas y sonoros ladirdos por la inclusión de un carril exclusivo para la circulación de animales.

La congregación de canes habría sido propuesta por el perro de Luis D’Elía (alineado al oficialismo), tras el crimen cometido por un automovolista “contra un compañero de la comunidad que solo vivía en la calle. Así funciona este sistema perverso, contra los débiles; los odio”, declaraba el susodicho.

No faltó oportunidad para que los perros de la oligarquía ventilen sus opiniones: “¿Qué hacía ahí? Tenía que estar laburando en serio, no revolviendo ba-sura” expuso Jazmín en un programa de espectáculos.

La policía nos informó de la detención de 32 canes, en su mayoría de raza “calle”, inmigrantes indocumentados.

En lo que respecta de la familia del difunto, solo pide justicia; tras encontrar oídos sordos en la comisaría, el caso pasó a cargo del fiscal Bobby “cola alegre” Sunkel, quien aseguró a este diario que hará todo lo que esté a su alcance para lograr justicia y habilitar el carril que “nosotros, como raza numerosa y habitantes de la ciudad, merecemos”.

Por otra parte, jefes del sector vial de la ciudad recibieron la visita del cantautor Víctor Heredia, que en apoyo de la comunidad canina, cantó en la plaza en frente de la secretaría, su popular “Sobreviviendo”, con un pequeño cambio ocurrente para la ocasión: “SÍ quiero ver un día manifestando por la paz en el mundo a los animales/ cómo me reiría ese loco día, ellos manifestándose por la vida y nosotros apenas sobreviviendo.”

Por su parte, el Indio Solari también se sumó al apoyo, mostrándose indignado por los crímenes cometidos contra los perros: “¿Cómo no sentirme así, si ese perro sigue allí? ¿Qué podría ser peor? Eso no me arregla a mí”.

Desde estas columnas brindamos el apoyo necesario a la sociedad perruna y nos solidarizamos con la difícil situación por la que atraviesa. Denunciamos el atropello contra el mejor amigo del hombre.

Juan Ignacio Domínguez

Historia de la conformación del pseudointelectual con aires elitistas en la Argentina

Se sabe que hoy día se pasan el tiempo discutiendo cuestiones formales del discurso, el sentido y la semiótica de sus escritos en conferencias supercaras en hoteles ultralujosos, de las que nadie tiene ni la menor idea. Pero la dicotomía “intelectual/sociedad” tuvo su origen en una herida al orgullo y su consiguiente despecho.

Cuenta la historia que un consagrado escritor solía vestirse de civil para pasar desapercibido y deambulaba entonces por bibliotecas, librerías y casas de estudio, para vigilar la reputación de sus libros y artículos. Así fue que tras quedar satisfecho luego de uno de sus recorridos en búsqueda de vanidad, decidió refugiarse en un café. En el momento de abonar la promo “submarino + 2 churros de dulce de leche”, dejó caer accidentalmente una moneda, y lo que vio cuando se dispuso a juntarla lo sacó de quicio: un libro suyo soportaba una pata coja de la mesa. Cegado por la cólera, volteó la defectuosa cuadrúpeda, recogió su libro y su moneda, y se escapó corriendo, mordiéndose la rabia y maldiciendo por lo bajo, atropellando a toda la gente que se anteponía en su camino.

Llegó a su casa, “te estábamos esperando, hice milanesas con puré, tu comida preferida”, le dice su madre, pero hizo caso omiso y se encerró en su habitación, ahogando sus lágrimas en la almohada y pataleando el colchón. Desde afuera, sus padres le exigía una explicación, pero en ese momento un solo pensamiento revoloteaba en su cabeza: “Pucha, digo, ¿por eso escribo?”.

Juan Ignacio Domínguez

Por eso escribo

Porque Hitler, Menem y Bush.

Porque las razas no existen y

Todos deberíamos ser iguales ante los ojos del otro,

Valorizando en vez de discriminar las diferencias.

Porque mi madre, mi padre y mis abuelos.

Porque mucha sangre inocente ha corrido

En el nombre de un dios que no existe,

Y mucha hipocresía llena hoy la palabra de la iglesia.

Porque Huxley, Orwell y Bradbury.

Por las multinacionales multimillonarias, y

Por la fuerza de trabajo esclavizada

Que alimenta el consumismo desenfrenadamente globalizado.

Porque la violencia, el fraude y la apatía.

Por la decana y el centro de estudiantes,

Que parecen interesarse por la educación gratuita y laica,

Pero sólo se nutren de poder.

Porque Descartes, Watzlawick y Berger y Luckman.

Porque creo y luego existo, y

El lenguaje construye la vida cotidiana en la comunicación,

Ya que la información que se maneja es clave en nuestra socialización.

Porque Placebo, Los Ramones y Nirvana,

Porque mejor sí hablar de ciertas cosas,

Ahora que no hay que exiliarse ni quemar libros en el patio, y

Porque los argentinos no somos ni derechos ni humanos.

Porque Tinelli, Rial y Wanda Nara,

Porque, si las dejamos, las palabras crean el pensar que nos libera,

Porque las mujeres no somos pedazos de carne, y

Los cuerpos desnudos me enceguecen.

Porque Sábato, Cortázar y Wilde.

Porque el sujeto está atravesado por la palabra, y

Porque hoy día está demasiado desvalorizada

la maravillosa posibilidad de cambio que conlleva.

Porque Foucault, Castoriadis y Piaget,

Porque los fonemas también nos interpelan, dan sentido,

Penetran e iluminan al alumno, y

Porque nuestras neuronas sí se reproducen.

Porque la psicología, la filosofía y la sociología.

Porque no deben torturarnos, idiotizarnos, ni censurarnos,

Porque nuestra voz siempre la escuchará alguien

Y porque un pueblo unido jamás será vencido.

Porque Capusotto, Will Ferrell y Michael Moore

Porque no quiero más repeticiones incansables de lemas publicitarios

Que intentan convencernos, conformarnos y estereotiparnos, y

Porque violencia es mentir.

Por el cáncer, el hambre y la gripe A.

Porque hay que contar cuentos para que no nos hagan el cuento, y

Porque que se vayan todos, o

Por lo menos dejen de robar dos años.

Porque Julio López, John Lennon y Gandhi.

Porque soy un soñador, pero no soy el único.

Porque NUNCA MÁS. Por eso escribo.

Antonella D'Alessio

Yo más

De a poco empiezo a fantasear con sus formas, su manera de mirarme; es hermosa y lo sabe, la seducción está presente en cada uno de sus movimientos. Mi cuerpo no puede hacer más que responder a las generosas curvas que su ropa ni siquiera puede (ni quiere) disimular. Empiezo a acariciar su espalda, lentamente, disfrutando cómo se arquea a medida que mi mano la recorre. De a poco la ropa comienza a caer, y el calor a subir. Acerco mi boca a su oreja y digo cosas que la hacen ruborizar inmediatamente; sonrío y siento cómo la transpiración baja por mi nuca mientras sus pechos rozan el mío. De repente estoy adentro suyo; miro su cara y veo la clásica y fugaz mueca de dolor que rápidamente deja el lugar a los gemidos que tanto disfruto escuchar. Mis movimientos se aceleran. Somos uno, como si estuviéramos hechos para pertenecernos. Sigo susurrándole al oído, sé que le encanta, y de pronto toma con fuerza mi cara, me besa y dice: “Te amo”; devuelvo el beso con el doble de pasión y le contesto: “Yo más”, lo que desencadena el más armonioso sonido. Siento que su cuerpo se contrae contra el mío, tiembla, se derrumba. Me mira a los ojos y en ese momento veo en ella todo lo que siempre quise, todo lo que podría pedir de una mujer. Pienso en lo increíble que es conectarnos así, me siento parte de un trance que no quisiera que termine jamás; la abrazo. Siento el final recorrer mi cuerpo, el suyo. Caemos agotados sobre la desarreglada cama, mis dedos rozan su eterna espalda a la luz de las velas, miro sonriendo su pelo totalmente despeinado.

Vuelvo a decirle, susurrando: “Yo más”.

“¿Vos más que?” – Pregunta ella, tambaleándose mientras intenta ponerse sus altísimos tacos. Atino a mirar la caza de la noche anterior, y el sol lastima mis pupilas adormecidas. Tardo unos segundos en salir del estupor que me produce esta reiterada escena.

Nada - respondo, mientras abro mi billetera, cierro mi corazón, abro la puerta.

Antonella D'Alessio

martes, 29 de septiembre de 2009

Ahora en la soledad de mi existencia

Ahora en la soledad de mi existencia, se que puedo decir lo que quiera y ponerlo en una hoja.

Puedo decir que viví y que quiero seguir viva, a pesar de lo lejos que veo, lo que pensé que era mi vida. Porqué cambia todo de repente, algo tan común pasa a ser tan irreal y eterno, complejo, el fin y la muerte. Porque no puedo sostener esta lágrima que cae por mi cara, sin pedir permiso.

Porque será que si las emociones no se expresan, ellas buscan solas liberarse e irrumpir de forma brusca, sin darte tiempo a nada. Como un accidente de la vida, de la naturaleza, así como cuando el mar se vuelve bravo y las olas rompen en tu cuerpo y te inundas en aguas oscuras

Porque el dolor es dueño de mis palabras, se apodera de todo, en la oscura soledad de la tarde.

Escribir es como llorar, reír, amar, vivir y morir. Es quedar en la eternidad.

Por eso escribí y escribo, aunque esta vez, sola se me escampó la tristeza

Ana Victoria Sirena

Yo tengo un ovejero alemán

a pedido del publico,pongo la tan aclamada foto del chuchuno

Yo tengo un ovejero alemán, se llama chuchuno. Cuando lo sacamos a pasear y ve a otro perro se vuelve una fiera. Como es muy juguetón creemos que quiere jugar, pero como es tan grande y bruto la gente y los perros se asustan. En realidad el en la calle causa amor y miedo, depende si el que lo ve tiene predilección por las razas y perros grandes o si le tiene terror..Es tan grande que si lo llega a atropellar un auto el damnificado no va a ser el, sino el coche. Afortunadamente nunca paso, pero el es muy atropellado, es muy bueno y dulce pero muy bruto y tiene la fuerza de un oso

Siempre quiere jugar pero nadie esta libre de salir lastimado, nunca mordió a nadie pero el día que pase, nos tendremos que mudar de barrio. Lo más peligroso de mi perro es que si te ve durmiendo boca arriba, te lava la cara a lengüetazos. Ese es el atropellado de chuchuno.


Ana Victoria Sirena

Se formó Candela

Ella la chica más bella que había visto, estaba desnuda en la cama de la habitación del rafa, deseosa e insaciable. Su blanco y exuberante cuerpo contrastaba con la negrura del lugar y la oscuridad de la noche. Sabía que ya había estado con el rafa, pero yo aunque comprometido y casado, en la otra pieza de la pensión con mi mujer, no podía dejar de pensar en ella. Ya tarde e impaciente, se me ocurrió una idea genial, decirle a mi esposa que el rafa estaba solo y que iría a su habitación a tomar algo frio para matar el calor de esa noche de verano. Previamente me había cerciorado de que ella seguía allí y que el rafa ya le había platicado de mí. Confirmado todo, me dispuse hacia la pieza de la lujuria, que me esperaba cruzando un pasillo de la pensión. Apenas entre ella sin decir una palabra me arranco los pantalones con los dientes y comenzó a besarme todo el cuerpo. Hasta que llego al lugar que yo tanto deseaba, casi muero de placer. Lo que segundos más tarde me mato y me revivió fueron sus labios que subían y bajaban, húmedos y calientes envolviendo y trepando mi órgano viril. La tome con mis manos por la cintura y la clave como un papel, besando sus exuberantes pechos, la cabalgaba como un caballo salvaje desbocado. Mientras nuestros cuerpos se fundían por el calor y la pasión que aumentaba cada vez más, comenzó a sonar mi celular. Obviamente no lo atendí, y siguió sonando y nosotros seguíamos gozando, ella con mi pinga otra vez en su boca, hasta que no aguante mas y terminamos juntos, gozando hasta el final. En ese momento miro el celular y era el numero de mi mujer, pero mi asere, estaba cuidando la puerta y yo ya estaba pensando en dar la vuelta, cuando de repente se escuchan pasos, era ella y a los gritos me dijo, ¡pero chico que haces tú aquí yo te mato ahora mismo! Salí corriendo y lo que se formo después fue candela, pero valió la pena. Por culpa de rafa que se había ido al baño, me descubrió mi mujer, la cual se fue de la pensión y me dejo libre para poder encontrarme con mi princesa bella todas las noches que siguieron y luego pasaron a ser todas los días de mi vida, porque nos casamos y nos fuimos a vivir a la habana y el fruto de nuestro amor fue nuestra niña la cual llamamos candela

Ana Victoria Sirena

lunes, 28 de septiembre de 2009

Amor erotismo y sexualidad (cambio de roles)

Tenerla frente a mi desnuda resultaba una fiesta para mis manos, creo que nunca las sentí tan contentas.

Sentir sus labios sobre los míos, y mis labios sobre los de ella. Recorrer su cuerpo a besos fue un paseo del que no quise privarme. Rozar su suave y tersa piel, lentamente, para experimentar cada curva, cada hueso de su perfecta anatomía.

Cerrar los ojos e imaginar que ella era mía, completamente mía.

Abrazarla y sentirme incompleto al soltarla era inevitable.

Dejar detrás viejos tabúes para ser uno con ella, para que ella fuera una conmigo, y de una vez fusionarnos.

Movernos, correr y caminar, agitarnos locamente.

Sentir la vida en un instante, saciarnos de la forma más sublime.

Ena

Mi perro atropellado

De repente un hombre se me acercó y besando mi calva, exclamó:
-oh Astor, cuanto te extañaba que alegría verte nuevamente.
A lo que repliqué:
-Me temo, señor, que se ha equivocado, yo no soy Astor.
-Lo sé, pero Astor está aquí.-dijo apoyando su índice sobre mi cabeza.
-Sigo sin comprender, y además no me parece muy respetuoso de su parte, besarme y tocarme si no me conoce.
En ese instante apareció un segundo hombre diciendo:
-Lo que mi amigo quiere decir es que tiene a su perro en su mente.
-Corrección a mi perro atropellado en su mente.

Me quedé desconcertado, y no se me ocurrió nada mejor que decir:
-¡Estuvo leyendo mi mente sin mi autorización!, no me parece bien.
-Le aconsejo que no alegue, ya que mi amigo podría demandarlo, recuerde ha raptado a su perro y además lo atropelló.
_Oh, Astor!, debo rescatarlo, quien sabe que ideas locas pasarán por la mente de este hombre.-decía el dueño del perro, mientras el otro medía mi cabeza con un extraño centímetro, que sólo tenía numeros del 1 al 4, si bien era de más de un metro.

-Lo que sospechaba-exclamó al terminar la medición- talla 3.

Se quedaron paralizados y con cara de espanto un momento, y yo atónito sin comprender.

-Eso explica el accidente con el perro.
-Claro por sus fugaces ideas.

Estuvieron un largo rato comentando, horrorizados, sobre mi talla y el accidente del perro.
La conversación de estos parecía interminable, así que los interrumpí:
-perdonen pero no entiendo, ¿podrían explicarme?
-Mejor no- contestó el dueño del perro.
-¿Cómo dice?- respondí y el segundo intervino al verme furioso.
-Lo que mi amigo quiere decir es que no es conveniente explicarle nada por el momento.
-Su amigo debería decir lo que quiere decir. Y ahora explíqueme o me voy con el perro.
-Es de suma importancia que evite pensar, hasta que sepamos cómo rescatar al perro.
-¡Pero eso es imposible!, cómo pueden pretender que no piense.
-Bueno hombre haga un esfuerzo, todo sea por el perro.
-Todo sea por que me dejen en paz.
-Que todo sea por lo que tenga que ser-acotó el dueño del perro.

-Bueno señores esto es una locura, yo me retiro ya que nada tengo que ver con el asunto.
-Cómo que no, usted es el actor intelectual del incidente.
-No creo que el perro este en mi mente.
-¿Puede probarlo?
-Pues no, de la misma manera que usted no puede probar lo contrario.
-ajá!, no puede probarlo, entonces usted lo tiene.
-No sólo rapta y atropella a mi perro, sino que lo admite descaradamente.

Quise defenderme, pero el segundo hombre me interrumpió.
-No tenemos mucho tiempo, así que empezemos con el procedimiento-y empezó a leer lo que parecían instrucciones.-Primero debemos afeitarle la cabeza.

Pude ver la sorpresa en sus rostros al notar que era pelado, y se me escapó una sonrisa.

-Pero es calvo-dijo el dueño del perro.
Y el segundo respondió:
-ah entonces no es la primera vez que le extraen algo de la mente. Mucho mejor, ya sabe usted entonces cómo funciona, sabe que no hay nada que temer.
-Pero jamás me han extraído algo de mi mente-contesté-Y no deseo que lo hagan.
-¡No puede ser!, ¿por qué está pelado entonces?
-Porque se me ha caído el pelo.

Los dos empezaron a reír a carcajadas deciendo:
-se le cayó el pelo, es la peor excusa que jamás he escuchado.
Y continuaron riendo hasta que sus risas se convirtieron en llantos.
Yo aproveché para escapar.

Ena

Tupungato

Bajaba el sol y subía el malestar en algún sucucho escondido de Tupungato. Lucho ya se bajaba su tercer Campari cuando Emilio entra a los gritos, fiel a su costumbre de saludar animosamente a los camareros que ya saben qué trago prepararle, en tanto gira sobre sí mismo para asegurarse de que nadie haya tenido el placer de ignorarlo. Entonces, ve que Lucho permanece inalterado, mirando si el empedrado de la calle está igual que ayer, o algo por el estilo.
-"Te noto constipado, Lucho, ¿pasó algo?"
-"Ya sabes qué pasa chino, lo de siempre"
-"Ah, eso, claro... ¿Faltan tres días nomás no?"
-"Si, ya no aguanto más...” y, al decir esto, hizo el clásico gesto y otra copa sobre su mesa.
-"Mirá, es la ley de la naturaleza. No es que realmente estemos haciendo algo malo. La gente se divierte, ellos no salen lastimados y hacen lo que su instinto les guía..."
Pero Lucho permaneció callado, con esa mirada que resume los diálogos de ayer y anteayer, pero como el chino parecía decidido a quedarse estacado hasta que le responda algo, y porque, además, le tenía estima como para dejarlo con esa mirada de cachorro sin juguete, le dijo:
-"No se trata de eso. Realmente no me molestaría incluso si se mueren. El hecho es que ellos van a perseguir igual la carroza del desfile, es su instinto y son fieles a eso. En cambio, nosotros, ¿Qué necesidad tenemos de celebrar que un fulano que ni conocimos haya puesto un trapo en la cima de quien sabe qué montaña y, gracias a eso, nuestros hijos dibujen un milímetro más de nuestro mapa? No somos fieles a nada, y, por eso, tenemos el descaro de apostar cuántos perros van a terminar pisados por el desfile cada año" y, a continuación, otro gesto hacia el mozo pero esta vez con menos jugo y más alcohol.
-"No sé, macho, seguro tenés razón sobre el desfile, pero yo si soy fiel a algo es a mi familia y esto me da una chance de juntar plata para mantenerla". Esta vez, la respuesta de Lucho fue extraña, su primera sonrisa en días, esa mueca del timbero que sabe arreglada su pelea. El chino aprovechó esto para cambiar de tema, y después que el chinito y la escuela y un gin tonic y que mañana sería otro día.

No es una verdad revelada que si hay algo en lo que no hay suerte es en los juegos de azar, y ningún paisano se tomaba el atrevimiento de dejar que la dama de la fortuna decida el destino de su sueldo, que ya bastante bajo era con el tema de las retenciones y la pindonga. Por eso todas las familias criaban perros a escondidas para hacer apuestas altas, mientras que otros, mas vagos, preferían criar gatos e ir por las bajas, ya que estos disminuían radicalmente el número de canes atraídos hacia el desfile (Don Zoilo y su proeza de ganar hace cinco años asegurando que ningún perro sería atropellado motivaban a estos últimos). Nunca nadie se animó a criar ratas, iba contra la tradición y a favor de las enfermedades. Éstas y otras tramollas eran practicadas y perfeccionadas año a año, aunque si preguntan en la esquina, nadie lo admitiría.

Suena difícil encontrar un horario adecuado para las festividades entre las comidas y el fuerte sol cuyano, pero este desfile en particular es de los que hacen que nadie tenga problemas en abandonar la siesta. Lo más curioso es cómo en cada nueva celebración se las ingenian para que la carroza tenga un monte más alto y difícil de escalar que el anterior, y como el acto central se acompaña de un discurso en el cual el prócer tupungatino aparentemente fue el principal responsable de la independencia argentina (ningún historiador osaría contar esto y desmitificar a San Martín, decían durante el discurso). En realidad, nunca queda muy claro qué hizo nuestro amigo alpinista, porque a medida que progresa el discurso la expectativa se redirecciona con rapidez hacia el cruce de la calle Libertador y Sarmiento por donde llegan los estruendosos ladridos que musicalizan los oídos del pueblo. Pero algo raro pasó esa tarde, pareciera que la orquesta se confundió de partitura porque lo que comenzó a escucharse fueron unos maullidos del demonio y todos se empezaron a preguntar que cómo que porqué cuándo pero la realidad era que esos felinos persiguieron los neumáticos y quedaron atrapados debajo de la carroza con placer mientras los perros los miraron de lejos con el rabo entre las patas. La reacción ante tan antinatural espectáculo fue una huida despavorida, ya sea por el advenimiento de la luz mala o por mera imitación del caos. Solo quedó un solitario Lucho sentado al costado con un mate cocido, una sonrisa y esa mueca del timbero que sabe arreglada su pelea.

Lafran

Precio

El origen,
la llama de esto,
es siempre la misma. Sensaciones,
hormonas, químicos (¿toxinas?) y pensamientos
que se agolpan contra la piel como chispas. Una puede sentir no
solo el rebote propio, sino la explosión ajena que quiere entrar y unirse y
convertirse en quien soy. Me gusta pensar que a él le pasa lo mismo, que está
implosionando, que quiere incendiarme con su piel, así como yo cíclicamente apago con lágrimas
de sudor y saliva el sol que amanece en nosotros, sólo porque me encanta verlo prenderse
nuevamente. Y al ver en sus ojos lunas llenas, peroen pleno mediodía, es que
me doy cuenta que él también siente esta necesidad, que su carne
realmente está rasgando su piel para llegar a la mía, y
con eso me alcanza, y es en eso que realmente
pienso al atardecer invernal definitivo
en que deja algo de su billetera
sobre la cómoda,
y
se
va.

Lafran


Raro

Como la piel de la serpiente que pocas veces me tocó ser me renuevo con el tiempo, no porque quiera aunque en el fondo quizás sí, pero irremediablemente. La diferencia es que ella cambia a lo mismo que fué pero con mas color, en mi caso la paleta es considerablemente mas extensa.

La otra mañana amanecí siendo un castor. Me molestó mucho porque tras hacer de salmón un mes entero, construir diques no solo me requirió adquirir cierta técnica sino también sortear algún que otro dilema moral. Por suerte los dientes afilados roen fácil esa extraña virtud. Lo que mas me costaba era cuando me recostaba a ver el río y pensaba en el día que sea pájaro y que mal estaría que justo me toque un nido de los que ahora eran golpeados por la corriente. Pero me dispersaba rápido al escuchar su inocente canto, aparte quien sabe, quizás ellos también fueron castores.

En realidad nunca me tocó ser algo que no tenga en sí una naturaleza que se contraponga, pero dentro de todos mis cambios tenía recaídas frecuentes como paloma. No me agradaba verme al espejo cuando era una, pero tenía el consuelo de ser un observador de la ciudad y toda su crudeza desde un punto de vista único. Ver esos seres que tenían una habilidad incluso mayor que la mía para metamorfosear me generaba una mezcla de espanto y asombro que calmaba mis dilemas. Quizás en el fondo seamos lo mismo, solo a distintos ritmos. Pero prefiero no pensar en esto porque la última vez que me quedé con esa conclusión desperté como un parásito en las entrañas de quien sabe que bicho, forma en la cual sigo así como sigue mi horrible conclusión dándome vueltas.

Notarán la dificultad que me implica saber en que debería finalmente convertirme, o al menos en que forma intentar permanecer por mas tiempo. No es que realmente pueda decidirlo, somos millones aquí dentro y sería muy presumido de mi parte pensar que soy una mejor infección que ellos, pero al menos podría desearlo. De última, tengo la esperanza de que algún desprevenido que choque con estas letras pueda darles un significado y decírmelo. Por eso escribo.

Lafran

Patrona

Patrona, dése vuelta

que hoy la necesito

Ayúdeme patrona!

en su vientre se enreda el camisón

Blanco y azul, tan conocido

Dése vuelta y sáquese todo,

que el calor, el sudor y los años…

pronto nos habrán consumido

Eso, mi querida, hoy una vez más,

mis manos tienen sed de tus pechos

redondos por siempre, en mi corazón y mente

dejáme imaginar la luz de tu pelo,

cintas rubias… cuando te conocí

sensual recuerdo… flotando viene a mí

Memorias de dulce juventud

Cabalgan nuestras sombras bajo la ventana

aplastando las palabras

Sabiduría de la vejez…

vueltas del tiempo concluido

Minutos nomás y ya estamos,

agárrese fuerte, disfrute patrona!

Sepa que todavía… queda Venancio para rato…

Lola. Septiembre 2009

Mi perro atropellado

Hola señora:

Permítame disculpar mi gran atrevimiento al ponerla en la obligación de tener que leerme, ya que, la conozco, y usted no soportaría la idea de dejar una carta como al vació, sin abrir, sin intentar aunque sea espiar su contenido. Digo espiar, sí, leyó bien, aunque no, por favor, no piense que la espío… Intentaré presentarme, no siendo tarea fácil, se imaginará,… por ahora le diré que tengo aproximadamente la misma edad que usted. No es que quiera ganarme su cariño de entrada, no piense eso, pero a decir verdad, tiene la apariencia de una mujer mucho menor, haciendo visible ese atributo cada vez que sale a la calle a sacar la basura, un acto poco romántico y vulgar pero que en usted tiene un dejo de misterio, el contoneo de cintura al agachar su cuerpo, además de ese aire juvenil que la rodea y ahí está la clave, por supuesto. Sigo… le informo que tengo buenas intenciones, así como también y por consiguiente un buen corazón, siendo ésta la frase preferida de los que me conocen de la infancia “ tiene un corazón enorme”, pero no se asuste, no se lo digo para que se asuste, es una metáfora, creo que es usted tan inteligente que sabrá interpretar lo que quiero decir. Si hay algo que tengo muy bien es mi salud tanto física como mental, eso dice mi medico al que voy solo para que me controle, de vez en cuando, para prevenir, dice él. No se bien porqué pero me estoy riendo, los nervios, vio, lo traicionan a uno en el peor momento, son inoportunos diría yo.

Pero estábamos (o estoy, discúlpeme de nuevo) con la descripción de su cintura y de cuánto me inspira. Y tengo un recuerdo muy muy vivo en la memoria, en la memoria del olfato, y es el de su perfume el día que entramos juntos a la verdulería y casi nos chocamos, de casualidad, capaz se acuerda usted. Ese día en que Don Elias discutió con la maleducada del pasillo de al lado del taller y que tuvo que venir la policía del escándalo que se armó. Ahora me queda la duda si mi corazón latía más fuerte porque su aroma me dejó sin aliento, o por el tono amenazador del verdulero, que me puso nervioso, de nuevo los nervios… como siempre, traicioneros.

Pero para no aburrirla (es lo último que quisiera en la vida) voy al grano, quería invitarla a salir, este sábado, si mi perro atropellado me da un poco de respiro, a la noche, por ahí se duerme y puedo dejarlo solo. Tiene una patita quebrada nada más, pero se recupera pronto me dijeron los médicos, tres doctores de la facultad de veterinaria, tuvo suerte, el pobre esta viejo pero resistió. Le parece bien a las 8 de la noche, con las pistas que le di, ya a esta altura habrá adivinado quien soy…

Lola. Septiembre 2009.

Pasión

Sin previo aviso

nace como una catarata

inmensa, arrolladora, inevitable

Sabe un espíritu en su interior

impulsando esa gran masa de agua

a fluir, a seguir… su destino

aunque parezca (un rumbo) sin sentido

Emoción que continúa

Por azar o no,

cambia su color

A veces cristalina

por momentos se torna oscura

toda esa blanca espuma

Será la oportunidad de ser?

No se responde, sigue su camino

Pasión arrolladora, inevitable

Pura burbuja

Necesitas rodar y rodar

Danzando

Monstruosa sin detenerse

Va atravesando montañas

y algún peligro

Abriéndose paso llega al mar

Tan calmo como azul radiante

Y finalmente SE

Que por él vivo, por eso escribo

Lola. Septiembre 2009.