miércoles, 30 de septiembre de 2009

Yo más

De a poco empiezo a fantasear con sus formas, su manera de mirarme; es hermosa y lo sabe, la seducción está presente en cada uno de sus movimientos. Mi cuerpo no puede hacer más que responder a las generosas curvas que su ropa ni siquiera puede (ni quiere) disimular. Empiezo a acariciar su espalda, lentamente, disfrutando cómo se arquea a medida que mi mano la recorre. De a poco la ropa comienza a caer, y el calor a subir. Acerco mi boca a su oreja y digo cosas que la hacen ruborizar inmediatamente; sonrío y siento cómo la transpiración baja por mi nuca mientras sus pechos rozan el mío. De repente estoy adentro suyo; miro su cara y veo la clásica y fugaz mueca de dolor que rápidamente deja el lugar a los gemidos que tanto disfruto escuchar. Mis movimientos se aceleran. Somos uno, como si estuviéramos hechos para pertenecernos. Sigo susurrándole al oído, sé que le encanta, y de pronto toma con fuerza mi cara, me besa y dice: “Te amo”; devuelvo el beso con el doble de pasión y le contesto: “Yo más”, lo que desencadena el más armonioso sonido. Siento que su cuerpo se contrae contra el mío, tiembla, se derrumba. Me mira a los ojos y en ese momento veo en ella todo lo que siempre quise, todo lo que podría pedir de una mujer. Pienso en lo increíble que es conectarnos así, me siento parte de un trance que no quisiera que termine jamás; la abrazo. Siento el final recorrer mi cuerpo, el suyo. Caemos agotados sobre la desarreglada cama, mis dedos rozan su eterna espalda a la luz de las velas, miro sonriendo su pelo totalmente despeinado.

Vuelvo a decirle, susurrando: “Yo más”.

“¿Vos más que?” – Pregunta ella, tambaleándose mientras intenta ponerse sus altísimos tacos. Atino a mirar la caza de la noche anterior, y el sol lastima mis pupilas adormecidas. Tardo unos segundos en salir del estupor que me produce esta reiterada escena.

Nada - respondo, mientras abro mi billetera, cierro mi corazón, abro la puerta.

Antonella D'Alessio

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