lunes, 28 de septiembre de 2009

Mi perro atropellado

Hola señora:

Permítame disculpar mi gran atrevimiento al ponerla en la obligación de tener que leerme, ya que, la conozco, y usted no soportaría la idea de dejar una carta como al vació, sin abrir, sin intentar aunque sea espiar su contenido. Digo espiar, sí, leyó bien, aunque no, por favor, no piense que la espío… Intentaré presentarme, no siendo tarea fácil, se imaginará,… por ahora le diré que tengo aproximadamente la misma edad que usted. No es que quiera ganarme su cariño de entrada, no piense eso, pero a decir verdad, tiene la apariencia de una mujer mucho menor, haciendo visible ese atributo cada vez que sale a la calle a sacar la basura, un acto poco romántico y vulgar pero que en usted tiene un dejo de misterio, el contoneo de cintura al agachar su cuerpo, además de ese aire juvenil que la rodea y ahí está la clave, por supuesto. Sigo… le informo que tengo buenas intenciones, así como también y por consiguiente un buen corazón, siendo ésta la frase preferida de los que me conocen de la infancia “ tiene un corazón enorme”, pero no se asuste, no se lo digo para que se asuste, es una metáfora, creo que es usted tan inteligente que sabrá interpretar lo que quiero decir. Si hay algo que tengo muy bien es mi salud tanto física como mental, eso dice mi medico al que voy solo para que me controle, de vez en cuando, para prevenir, dice él. No se bien porqué pero me estoy riendo, los nervios, vio, lo traicionan a uno en el peor momento, son inoportunos diría yo.

Pero estábamos (o estoy, discúlpeme de nuevo) con la descripción de su cintura y de cuánto me inspira. Y tengo un recuerdo muy muy vivo en la memoria, en la memoria del olfato, y es el de su perfume el día que entramos juntos a la verdulería y casi nos chocamos, de casualidad, capaz se acuerda usted. Ese día en que Don Elias discutió con la maleducada del pasillo de al lado del taller y que tuvo que venir la policía del escándalo que se armó. Ahora me queda la duda si mi corazón latía más fuerte porque su aroma me dejó sin aliento, o por el tono amenazador del verdulero, que me puso nervioso, de nuevo los nervios… como siempre, traicioneros.

Pero para no aburrirla (es lo último que quisiera en la vida) voy al grano, quería invitarla a salir, este sábado, si mi perro atropellado me da un poco de respiro, a la noche, por ahí se duerme y puedo dejarlo solo. Tiene una patita quebrada nada más, pero se recupera pronto me dijeron los médicos, tres doctores de la facultad de veterinaria, tuvo suerte, el pobre esta viejo pero resistió. Le parece bien a las 8 de la noche, con las pistas que le di, ya a esta altura habrá adivinado quien soy…

Lola. Septiembre 2009.

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