jueves, 26 de noviembre de 2009

Negro


La naturaleza se lo advirtió de mil formas diferentes
pero él no quiso ver ni escuchar
aunque donde mirara hubiera huellas de sus actos.
Siguió destruyendo y devastando,
arruinándolo todo, creyéndose Dios.
Hasta el día en que un presagio anticipó su destino.
Fue el día en que el mundo cambió de color.
El sol nunca más volvió a asomar
Y un manto de oscuridad avanzó desde el horizonte
ennegreciendo hasta el último recoveco del universo.
La luz, se hizo tiniebla.

Entonces él entendió.
Lloró, de rodillas imploró
Y quiso revertirlo todo.
Por primera vez reparó en su pequeñez,
y la impotencia dominó su alma.
Pero era tarde ya…muy tarde para ser humilde.

Todo ser viviente fue desapareciendo
Lo que alguna vez fue bello se ajó ante sus ojos.
Fue testigo de lo que él mismo había provocado.
Sobreviviendo.
Él, el único culpable.
Ese, su peor castigo.
Peor que el que saberse condenado
a la extinción…


Verónica Sánchez

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